miércoles, 23 de diciembre de 2015

Cómo saber si su hijo necesita ir al psicólogo

En relación a los trastornos emocionales, hay que comprender que el desarrollo de un individuo presenta en distintas etapas cambios cuantitativos (peso, estatura) y cambios cualitativos normativos.

Los padres tienden a pensar que sus hijos necesitan atención psicológica frente a cualquier situación que les parezca irregular.

Este estado de alerta es apropiado, pero en su justa medida. Cuando se exacerba encontramos a padres, educadores y profesionales diagnosticando trastornos infantiles por una conducta aislada, sin tener la rigurosidad y preparación académica para ello.

De acuerdo a la psicóloga de la Universidad San Sebastián, Natalia Valenzuela, "se ha 'hipersensibilizado' a la población, con ansiedad y temor respecto a conductas específicas que los niños presentan, muchas veces sólo en una ocasión y que son catalogadas como anormales. Por ejemplo, cuando un padre dice que su hija sufre de bullying porque un compañero le dijo que no le caía bien y el profesor no hizo nada".

Entonces.


¿Qué deben saber los padres para determinar cuándo los hijos deben ir al psicólogo?

La psicóloga Natalia Valenzuela explica que se debe tener claro que existen muchos trastornos infantiles, como los trastornos generalizados del desarrollo (autismo, rett, asperger, desintegrativo o no especificado) asociados a alteraciones en el área del lenguaje, la psicomotilidad y lo social, que aparecen antes de los 7 años por causas hereditarias, prenatales y/o perinatales, por lo que los padres perciben diferencias significativas a temprana edad en estas tres áreas del desarrollo, necesitando el apoyo de un equipo multidisciplinario.


"También hay otros trastornos que evidencian necesidades educativas especiales, como los del lenguaje (afasia, disfasia); los del aprendizaje (discalculia, disgrafía); o los orgánicos, como las crisis epilépticas, la discapacidad intelectual".

Para el primer tipo, los primeros indicadores generalmente se observan en la etapa escolar, "porque los niños presentan dificultades de forma más visible en la comprensión del lenguaje, la escritura y una desviación del rendimiento académico en base al promedio del curso", señala la académica USS.

En relación a los trastornos emocionales, Valenzuela señala que hay que comprender que el desarrollo de un individuo presenta en distintas etapas cambios cuantitativos (peso, estatura) y cambios cualitativos normativos.

"Por ejemplo, los adolescentes tienden a ensimismarse y preferir a sus amigos que a sus padres, el tipo de pensamiento también se va modificando dependiendo de la edad. Sin embargo, hay momentos en que los padres se dan cuenta que su hijo no es el mismo, y que no está pasando por una etapa o período crítico típico de una edad específica que explique esos cambios cualitativos sin razón aparente".

La especialista afirma que si un niño presenta alguno de estos síntomas, debe poner atención.
Si esto se repite en el tiempo, es posible que requiera el apoyo de psicologos:

Aumento o disminución del apetito.

Insomnio o exceso de sueño.

Llanto descontrolado y/o berrinches.

Cambios de ánimo abruptos, labilidad emocional (están más sensibles).

Abrupto descenso del rendimiento académico.

Irritabilidad con alguien específico o generalizado.
Impulsividad.

Dificultades importantes de atención y concentración en la escuela y el hogar.

Miedo intenso a algo o a alguien. (A un hermano, a ir al colegio, a un vecino)

Pérdida del interés por actividades que antes lo motivaban (deporte, arte, religión)

Conducta desafiante, agresiones físicas, emitir insultos.

Conductas negativistas, como no respetar la autoridad, desobediencia, indiferencia.

Habla en voz alta con sí mismo, escucha voces o ve cosas que no existen en la realidad.

Somatización (vómitos, alergias, náuseas, pérdida del equilibrio, lentitud psicomotora).


La psicóloga sostiene que si uno o más de estos síntomas y signos se mantienen por dos semanas y generan un deterioro clínico significativo de las actividades diarias, como ir a clases, rendir académicamente, hacer actividades deportivas, relacionarse con otros, tener un adecuado descanso, sería pertinente consultar a un especialista, para que pueda diagnosticar si el niño presenta algún síndrome o trastorno cuál es el tratamiento apropiado con los profesionales competentes.


Fuente: La Segunda

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