lunes, 15 de junio de 2015

El acoso escolar deja más secuelas que el maltrato por parte de adultos

Un estudio publicado en The Lancet Psychiatry ha tratado de arrojar luz a los efectos de esta modalidad de violencia física, verbal o psicológica entre menores (bullying, en inglés) y concluye que las víctimas de este tipo de agresión son más susceptibles de padecer problemas de salud mental al llegar al final de la adolescencia que las personas vejadas por adultos. En especial, de ansiedad, aunque también (aunque aquí la distancia es más reducida) depresión y tendencia a auto-lesionarse o a tener ideas suicidas.

“La conclusiones del trabajo no me sorprenden en absoluto”, comenta Rosario Ortega, catedrática de Psicología de la Universidad de Córdoba y especialista en acoso escolar. “Es un estudio muy bueno y muy interesante”, añade.

El trabajo, que se ha presentado recientemente en la reunión de las sociedades pediátricas estadounidenses (Pediatric Academic Societies), destaca la dimensión mundial del problema de la violencia entre menores. Para ello, los autores de la investigación, profesores de psicología de la Universidad de Warwick (Reino Unido), remiten a una revisión de la situación en 38 países donde  uno de cada tres menores ha sido acosado.




Ante la dimensión del problema, los autores del artículo se plantearon evaluar las consecuencias del bullying de forma aislada, es decir, en personas que solo hubieran sufrido este tipo de acoso. Y compararlas los efectos en la salud mental (medidos a los 18 años tras seguir a los chavales desde los 8-9 años) con las secuelas que deja el maltrato adulto, que estudiaron por separado. Para ello, acudieron a dos grandes bases de datos poblacionales. Una es la británica ALSPAC (Avon Longitudinal Study of Parents and Children in the UK) formada por 4.026 niños. Otra es la estadounidense GSMS (Great Smoky Mountains Study) que monitoriza a 1.420 niños.

Para medir el impacto del acoso, los investigadores midieron el efecto en la salud mental, en general. en el grupo estadounidense, frente a un 17% de maltratados con secuelas, la tasa se disparaba en un 36% entre los acosados. Al detallar los efectos a través de síntomas más concretos, también había sensibles diferencias respecto a la ansiedad (8% por 25%) y algo menos (unos cuatro puntos porcentuales) en casos de depresión y autolesiones.

A primera vista puede sorprender que las consecuencias del acoso escolar sean más perjudiciales que las del maltrato, cuando en este último caso, son los padres o los familiares quienes agreden a los pequeños, con la carga emocional que ello comporta. A Rosario Ortega no le resulta extraño. “Los padres nos influyen mucho en los primeros años de vida, pero en la escuela el niño comienza a perfilar la dimensión social, y a medida que crece y se acerca a la adolescencia las figuras de apego cambian y lo que le importa al niño son los otros". 

La también vicepresidenta del Observatorio Internacional de la Violencia Escolar explica que sufrir este tipo de violencia por parte de sus compañeros  en el último periodo del desarrollo del menor "supone un desequilibrio y un desgaste de la personalidad del sujeto de forma muy fuerte”. Y si se prolonga en el tiempo "destruye factores relevantísimos de la personalidad del sujeto", con las consecuencias que describe el artículo.


“Sufrir acoso escolar no es un inofensivo rito de iniciación o una parte inevitable de hacerse mayor, tiene serias consecuencias en el largo plazo”, concluye Dieter Wolke, profesor de psicología del desarrollo de la Universidad de Warwick (Reino Unido) y uno de los autores del trabajo. La catedrática de la Universidad de Córdoba destaca que en las últimas décadas las sociedades occidentales han avanzado mucho en su lucha contra el maltrato infantil, pero no tanto en el ámbito del acoso escolar. "Debemos asumir que un niño no puede ni debe acosar, maltratar o abusar de otro, y que las escuelas deben intervenir; hay que formar bien a los maestros y a los padres. No son cosas de niños, es muy dañino y sigue siendo muy frecuente", añade Ortega.

Fuentes: El Pais | The Lancet


miércoles, 10 de junio de 2015

La psicología detrás del mensaje de texto

A pesar de tener una dura competencia a manos de aplicaciones como Whatsapp, el mensaje de texto sigue vivo y se siguen enviando miles de ellos cada día. Y más allá de que los usos más frecuentes están asociados a las relaciones románticas, también se utilizan para discutir temas serios como la muerte de un familiar cercano o ser despedido de un trabajo.

Son temas que a primera vista parecen demasiado serios para discutir por mensaje y esto es algo que quienes crearon el sistema nunca esperaron. Como explica la académica Colette Snowden en un ensayo sobre la evolución de los SMS, sus desarrolladores consideraban que, al ser un medio impersonal y que no posee la inmediatez de la llamada telefónica, no sería muy utilizado.

Pero fue justamente esta capacidad la que llevó a estos mensajes a ser tan bien recibidos entre los usuarios. Permiten meditar las respuestas o simplificar ideas que en la conversación oral pueden ser complejas.

Psicológicamente, además de los dos puntos ya mencionados, el enviar mensajes de texto (sean por el sistema tradicional, por Whataspp o por la aplicación que sea) permiten eliminar los signos no verbales que representan la mayoría de la comunicación humana.


La postura, la expresividad, el contacto ocular, los gestos, las lágrimas, todo, es reemplazado por caracteres.

Un estudio del año 2011 indicó que, por detrás de las expresiones de afecto, los usos más comunes para los mensajes de texto eran "discutir asuntos serios" y "pedir disculpas" al hablar con sus parejas por este medio.

Es mucho más fácil, limpio y simple confesarse románticamente o despedir a alguien por mensaje. Es que buena parte de la tecnología moderna está fundada en esta premisa: que todo se haga mucho más simple y lineal en la vida.

Estudios científicos han mostrado tanto que las parejas que intercambian mensajes de texto hablan menos, pero a su vez, marcan que los amigos y parejas que comparten mensajes afectuosos son más cercanos entre sí que aquellos que no lo hacen.

Pero como una vez explicó la psicóloga del MIT Sherry Turkle, cuando todo se expresa por mensaje de texto "la complejidad y la confusión de la comunicación humana se pierde".


Fuente: El Observador

miércoles, 3 de junio de 2015

La Clave Para Ganar Cuando No Eres el Mejor

Al Ries y Jack Trout, dos de los más reconocidos consultores en marketing del mundo, dictaminaron allá por 1993 las 22 leyes inmutables del marketing en su libro más famoso.

Si te lees el libro, verás que la primera ley tiene, de hecho, más sentido en la vida que en el mundo empresarial. Si me preguntases cuáles son los secretos para lograr lo que te propongas en tu vida, te respondería diciendo que la perseverancia y la primera ley del marketing. En la mayoría de ocasiones esta regla es lo que separa el éxito del fracaso.



La primera ley del marketing

La ley es simple: más vale ser el primero que ser el mejor.

Si eres el primero en crear y vender una nueva categoría de productos, por mucho que al cabo de un tiempo aparezcan productos mejores que el tuyo, probablemente la gente ya habrá asociado esa categoría con tu marca. Coca-cola, Kleenex, Gillette, iPad… Todas ellas son ejemplos de marcas pioneras.

La importancia de ser el primero en la vida

Pues bien, no sólo en marketing gobierna este principio. Te pondré tres ejemplos de por qué deberías tener más presente esta ley en tu vida e intentar ser el primero en varias situaciones.

Siempre recordaré cómo conseguí mi primer trabajo en una pequeña consultora de marketing. No me dieron el puesto porque fuera el mejor de los candidatos: me lo dieron porque fui el primero. Ya no entrevistaron a más.


Si quieres intentar seducir a alguien en un pub o discoteca, más vale ser el primero que ser el mejor. Ten por seguro que habrá hombres o mujeres más atractivos, ricos y con mejores habilidades sociales que tú en ese sitio. Pero si eres el primero que se acerca a hablar quizás esa persona a la que quieres seducir no los conozca jamás.


Incluso entre hermanos parece que también es mejor ser el primero que el mejor. Varios estudios realizados por psicologos indican que hay una preferencia inconsciente de los padres hacia el hijo mayor, y existe mucha literatura científica que apunta a que el orden de nacimiento influye en la relación con los padres.

Más ventajas de ser el primero

Un estudio de las universidades de Berkeley y Harvard pone de manifiesto un singular hecho: los humanos solemos tener una preferencia inherente por la primera elección que vemos. A este fenómeno se le llama el efecto de primacía. Lo realizaron mostrando fotos de personas a los participantes.

En el modelo de evaluación racional no se detectaron diferencias, pero con un test de asociación implícita (que valora preferencias subconscientes) se observó una clara preferencia por la primera persona que habían visto.

En otro experimento, cuando a los participantes se les dio tiempo para elegir entre dos marcas parecidas de chicle, la elección fue bastante pareja. Pero cuando se les obligó a decidir rápido el 62% eligió el primer producto que había visto.

Es cierto que cuanto más tiempo tengas para tomar la decisión, menos te afectará el efecto de primacía. Aún así es importante tenerlo en cuenta ya que en más de una ocasión puede modificar inconscientemente nuestras elecciones.